domingo, 7 de septiembre de 2014

UN CIERTO PERFUME DE HISTORIA DEL RUGBY

Foie gras "en cocotte" with mustard ...
Foie gras "en cocotte" with mustard seeds and spring onions in duck juice. (Photo credit: Wikipedia)
Los 7.463 espectadores se horneaban en Aguilera, viendo como el Stade Montois controlaba el encuentro  con su juego abierto y osado frente a un encogido Biarritz Olympique al que el miedo a perder se le trasluce demasiado,  pero pasado el minuto 60, segunda pausa para refresco de los jugadores, al que se llegaba con un 9-17 corto para la superioridad visitante, el talonador local remplazante ha logrado un primer ensayo que no se ha transformado que ha sido seguido inmediatamente de un segundo ensayo entre palos del ala, dando total vuelta al marcador que ha cerrado con un 24-20 a favor del sorprendido equipo biarrota que solo ha necesitado jugar 20 minutos y aburrir otros 60 para llevarse unos puntos muy necesarios. Mientras, en Mont de Marsan, se está preguntando cómo han perdido –menos un bonus defensivo-, lo que ganaban con total facilidad pero fallando dos golpes y despreciando superioridades manifiestas ante una defensa blandita y caótica.
Aguilera ha recibido un derby vascolandés –en los sanfermines de la vieja Iruña hemos visto anuncios de festivales de recortadores que se anunciaban como “corridas vascolandesas”-, uno de esos encuentros en que los prolegómenos hablan del glorioso pasado de los clubes y de su azaroso presente.
La leyenda marina dice que las ratas, pobres ratas, huyen del buque que se va a hundir cuando la realidad demuestra que hay capitanes capaces de abandonar el barco en primer lugar. Calificativos aparte, el Olympique se hundió con sus capitanes ausentes del puente pero sembrando la discordia en las máquinas, y ahora alguno hay que ha resucitado milagrosamente en su nuevo club, dando así una nueva lección de ética deportiva en el mundo del rugby.
El Stade Montois ha pasado dos veces brevemente por la máxima categoría profesional del rugby francés con una fidelidad a los principios sustanciales de su juego colectivo que resulta asombrosa y del que surgen jugadores que luego destacan otras formaciones pero que no dejan, en su salida, regusto amargo en las gargantas de los fieles seguidores de las Landas.
La corrida vascolandesa de esta tarde en Aguilera ha sido un enfrentamiento entre un club que había olvidado la dureza del profundo rugby regional- la D2 francesa es todavía más sureña que el Top14 que también lo es-, de los desplazamientos en autobús en el día y un club que se faja desde tiempo inmemorial por estadios rurales de la Galia de la boina, la baguette bajo el brazo con el Sud Ouest, además del  foie gras,  ricard o pernod o pastis o los tres, los quesos que cantan y la digestión con armagnac.
Tres horas antes del pitido inicial han empezado las animaciones que el club anfitrión había previsto para ambas aficiones y que han calentado fraternalmente sus motores.  Luego un match de los que no hacen afición, con algunos silbiditos y gritos jaculatorios a la Presidencia, y los de aquí han pasado de la depresión a la breve euforia del resultado, los de allí lo contrario.


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