viernes, 14 de octubre de 2016

RENDEZ-VOUS CON EL HERMANO LOBO

El resol del mediodía permite tomar el aperitivo en la pequeña terraza de un bar enfrente del mercado de Biarritz, este miércoles pasado que no es festivo en Francia. Habiendo prometido escaparse un poco del trabajo los amigos de Iparralde, ya están en el “rendez vous” los del otro lado esperándolos, mientras degustan unas ostras.
- La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa “urumesa” -Llega cantando con aire de jota Madame Hiruntchiverry que tiene raíces familiares en la Jacetania-, parece que últimamente los hermanos vascos de Baiona se están comportando un poco mal con la familia del otro lado.
Después de los interminables besos de llegada, hasta con el patrón del bar y el camarero, por toda la terraza de los Hiruntchiverry, la conversación se reanuda.
- Hay mentalidades en el rugby del norte que siguen con la idea de que los de más allá de la rivera izquierda del Bidasoa no somos más que su patio de atrás -Dice el Barón de la Florida que está especialmente dolido, a pesar de que la “baronesa” le ha comprado tres o cuatro camisas irresistibles en el paseo matinal por la ciudad balneario-.
- Esas mentalidades cada vez son más residuales. Quiero creer que todo ha sido un mal entendido de la sección “amateur” de l’Aviron Bayonnais y que la paz de los Pirineos se rehará -Hiruntchiverry opina precavidamente, por una vez sacando la cara por los lapurtarras del interior-, como otras veces ha pasado. Estas cosas también pasan entre clubes de las mismas federaciones y los enfrentamientos entre dirigentes acaban por perjudicar a los jugadores siempre.
- Lo que pasa es que esos residuos que dices además tienen la costumbre de callar y no dar explicaciones -añade Galtzagorri que ha revuelto toda la “boutique” del Biarritz Olympique sin comprar nada-, es como si tu hermano mayor te levanta la novia y te manda callar en la cena familiar.
En ese momento, desde Baiona llega Aristide Labarthe y mientras se baja de la moto, quitándose el casco, tiene que oír al Marqués de Altamira:
- ¡Guerra! Clamó ante el altar el sacerdote con ira ¡Guerra! Repitió la lira con indómito cantar ¡Guerra! Gritó al despertar el pueblo que al mundo aterra...


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