viernes, 30 de septiembre de 2016

RUGBY, ALCOHOL, HORMONAS


Aristide Labarthe está indignado, más bien está triste. Nada más verme, me coge del brazo y me lleva a un aparte.
- En el rugby de hoy a veces pasan cosas vergonzosas y hay quien no sabe cómo abordarlas -supongo que me está hablando de la denuncia por agresiones sexuales en Durango respecto de unos jugadores de Baiona y asiento con la cabeza-, si unos jugadores del club que lideras son acusados de un comportamiento contra los valores del deporte, lo mínimo exigible es una respuesta rápida, clara y ajustada a esos valores.
- Me han dicho que lo han investigado en interno y que los jugadores lo han negado, así que no van a hacer nada -le comento-.
- No sé si el rugby vasco se merece algunos dirigentes que tenemos. La presunción de inocencia está ahí pero lo primero es lo primero. Hay unas mujeres que han expresado cómo se sienten pues hay que dirigirse a ellas y oírlas, luego abrir una instrucción seria sobre los hechos, oyendo a los implicados, y a la vez hay que dirigirse al Club de Durango para que exprese en la villa que, con independencia de la comprobación posterior, también se comparte que los hechos denunciados son condenables y no dejar que la noticia rebote indefinidamente por todos los medios sin ninguna reacción. La comunicación es fundamental en nuestros días…
- Y si los hechos que se acrediten son graves, la sanción debe ser ejemplar y pública y, si por casualidad, la denuncia es falsa también hay que dar la cara pero…
- Pero la cultura del tercer tiempo se ha convertido para algunos en una fiesta más de la borrachera absurda en la que las hormonas de gorila macho se disparan sin control, aunque para muchos, creo que para la mayoría, siga siendo un rato de confraternidad entre las damas y los caballeros del rugby.
- Lo que pasa es que lo normal no es noticia y algunos, en vez de neuronas, tienen una masa amorfa de rugby, alcohol y hormonas. Triste ¿No?

LA VIOLACIÓN EN MANADA
LA MENTALIDAD DEL DELINCUENTE

sábado, 24 de septiembre de 2016

LOS PATOS DE OVALIA


Como todos los años, antes del primer partido en Landaretoki, unos amigos celebran una cena monográfica de pato presidida por una foto del campo de rugby hernaniarra en el que junto a la H se ve nadar a un tranquilo palmípedo. Esta cena se repite a lo largo de la temporada cada vez que el Urumea se desborda y anega la cancha, esto es, una o dos veces más por lo menos, siempre que la gripe aviar no lo impida.
- ¡Al menos se juega en sábado! -Suspira el Barón de la Florida que no es la primera vez que colabora con el ritual democrático de las elecciones y que se prepara para pasar el domingo en la mesa electoral-, Así que puedo estar en las dos cosas.
- Tú seguro que votas, no te quejes, porque parece que los correos para que voten los residentes en Iparralde -le dice Aristide Labarthe que lleva la insignia del Aviron un poco ladeada en la solapa-, se han debido de quedar en alguno de los atascos de Biriatou, ya que la gente dice que no los ha recibido.
- Si no se inunda el campo para el sábado -Galtzagorri comenta, abriendo el sauternes que va a acompañar el foie-gras ya distribuido sobre la mesa-, quizá solo puedas contar votos este fin de semana.
- Va a hacer un día soleado, no hay problema -El Barón pone su fe en las predicciones meteorológicas científicas, esto es, en sus rodillas reconstruidas quirúrgicamente que le avisan dolorosamente de los cambios de tiempo-, el problema es que los cardenalicios de Madrid vengan muy crecidos después de la paliza que les han metido a los sevillanos.


- Más dura será su caída -Galtzagorri está en éxtasis con un pintxo de foie en una mano y una copa del dorado vino en la otra-, que a los tigres de Landare se les ve con ganas desde el principio ¡Este año se van a comer hasta los patos del Urumea! ¡Que esos se han criado con agua tan rica en sustancias radiactivas que deben ser mutantes!

jueves, 15 de septiembre de 2016

LOS HABITANTES DE OVALIA

- La “vuelta a clase” en realidad ha sido hace varias semanas, cuando el vestuario se abrió para los que llegan los primeros, después aparecieron los que llegan tarde y, por fin, con una excusa insuperable, apareció el que siempre llega el último. La ausencia de algunas caras, los nuevos se van rozando con los viejos, los entrenadores hablando de sacrificios, de poner hoy los medios para los resultados del futuro y el presidente exponiendo objetivos mientras pasa de los medios… Los habitantes de ovalia han salido del verano en pleno verano para poder iniciar la temporada, buscar la primera victoria, encontrarse con la realidad, volver a empezar a superar los obstáculos interiores, que siempre son los más complicados, y poder aplicar en el terreno de juego todos esos mecanismos individuales y colectivos que se absorben en los entrenamientos. El rugby exige fusión entre los jugadores para ir al combate durante el partido, el espíritu del grupo es la unión entre todos los que están con el mismo maillot, cuanto antes se cree ese pegamento colectivo será mejor. Nadie se acuerda de los resultados del pasado, de las derrotas o de las victorias, sino de lo que se vivió con cada partido, sabiendo que cuando la vida de jugador activo se acaba, que un día se acaba, lo que queda son las personas, los que estuvieron en tu lado, los que estuvieron enfrente y los que arbitraron el partido.
Mientras el Marqués de Altamira conduce, los pensamientos del inicio de todas las temporadas le flotan en la cabeza, no sabe si los ha llegado a expresar en voz alta, está acostumbrado a estar solo en el coche y a veces se sorprende cuando su propia voz resuena poderosa contra el parabrisas: “el rugby debe seguir siendo el arte de pasar bien la juventud”.
- ¿Qué dices, cariño? -Su mujer se ha despertado sobresaltada, ella, a diferencia de él, si no conduce se duerme -, Ya estamos llegando a casa y este fin de semana “la vuelta al cole”, contra los de Alcobendas, los que la temporada pasada se nos atragantaron ¿Cómo lo ves?
- El partido es de los jugadores, de los que van a estar en la cancha, no es nuestro.
- Habrá que ir pronto para coger sitio.




miércoles, 7 de septiembre de 2016

ETIQUETA NEGRA

Aunque la villa es una casa actual, muy actual, por fuera, con una línea arquitectónica angular y simple, una fachada plana de tonos grises, su interior es más confortable y caluroso, sillones de cuero chesterfield en el salón, muebles coordinados, algunos bibelots caros y un par de cuadros contrastados de buenas firmas vascas. No hace falta entender mucho para saber que el coste de todo aquello supera el salario de un funcionario, por muy alto que sea, y que los ingresos de quien ahora se puede permitir esta vivienda y alguna otra residencia secundaria, además de los coches que se encuentran en los garajes inferiores, son más propios de un exitoso especulador financiero. Sin embargo, esa casa es la vivienda de un director provincial de una administración pública en una pequeña provincia española, quizá la más pequeña, y, antes de participar en el poder que da el procedimiento administrativo a quien tiene la facultad de resolver, Carlos no tenía más que una hipoteca sobre un piso en que vivía con su primera esposa, ahora es el dueño de todo lo que le rodea y de la botella de whisky Johnnie Walker con etiqueta negra que está terminando de escanciar en el vaso de su interlocutor, una visita nocturna que últimamente se ha hecho diaria porque los acontecimientos se están precipitando. Deja la botella vacía en el suelo junto al sofá que ocupa y alcanza una igual nueva del pequeño bar sobre ruedas, se sirve también una generosa dosis.
- Mikel, no bebas tan rápido que me cuestas una fortuna -dice Carlos con cierta cordialidad al que ya ha bebido el alcohol sin darle el mínimo reposo sobre los cubos de hielo-, y cuéntame la idea que has tenido.
- El fuego destruye todo, siempre que sea un gran fuego y que obligue a los bomberos a intervenir ¡Lo que no se carga el fuego, lo destrozan los bomberos! No podemos sacar de tu despacho más que cuatro cosas pero dejas detrás de ti sin remedio demasiadas pruebas -Mikel se sirve de nuevo para dejar bailar los cubitos en el líquido ambarino-, y no sabemos quién puede recoger eso y, como dices, eso es una bomba.
- He estado dando vueltas a las alternativas y tampoco encuentro otra mejor. Yo he sacado esas cuatro cosas que dices y las he quemado aquí abajo, a pesar del cuidado y de desconectar las alarmas, algún vecino me ha preguntado si había tenido un incendio en el garaje.
No hay entusiasmo en la voz, en realidad no hay entusiasmo en ninguna de las voces, hay silencios, se miran los dos hombres.
-¡Hay que encontrar quién pueda llevar a cabo la operación comando! -Suspira Carlos y bebe, ya la segunda botella ha perdido prácticamente la mitad de su contenido-. Quizá alguno de mi pueblo que me debe unos favores le pueda hacer venir, lo dejo encerrado en el baño de mi despacho, que salga a la noche, yo dejo el armario ignífugo abierto, le pega fuego y aprovechando la confusión sale corriendo del edificio.
- Las cámaras lo van a grabar y si lo cogen te van a ligar con él enseguida -Mikel chasquea la lengua con un sonido de desprecio hacia la idea-, entre mis clientes hay un vigilante jurado con el que he coincidido en noches de vampiro por esos sitios y que se me ofreció para cualquier cosa, de hecho me dijo que era un profesional de dar palizas por encargo y he estado pensando en emplearlo para darle un par de hostias a alguno que le tengo muchas ganas.
-Los vigilantes jurados son policías frustrados, es gente con vocación de “poli” que no ha sacado ni una plaza de “munipa”, no sé si son muy de fiar.
-¿Qué hay más parecido a un delincuente que un policía? ¿No dices que los mayores defraudadores al fisco son los antiguos inspectores de hacienda? Además éste trabaja en la empresa que vigila el edificio. Yo le pido un presupuesto, le digo lo que queremos como si fuera cosas mía, si acepta ya hablaremos tú y yo.

Carlos asiente al plan, en su agobio no ve salidas a su situación pero a la vez que desea que arda todo su archivo y, si es preciso, todo el edificio de hacienda,una alarma roja en su cerebro le avisa de que tiene que sopesar los riesgos, que tiene que elaborar un plan personal y secreto para cuando las cosas salgan mal. Porque desde niño siempre ha tenido pensado lo que hay qué hacer cuando se tuercen las cosas, si uno solo piensa en que las cosas van a salir bien está perdido. Y él nunca estará perdido, él es un ganador. Mañana por la mañana, solo y sin “etiqueta negra”, hará el desarrollo de todas y cada una de las posibilidades.   

domingo, 4 de septiembre de 2016

LIMPIEZA

El modelo de bar irlandés se repite en todo el mundo, las maderas oscuras, los espejos serigrafiados, los vidrios, los bibelots de tiempo pasado, las cervezas repetidas, las camareras con cara de estar agotadas… si la música no está demasiado alta, se puede hablar sin mucho esfuerzo. Como lo deben de estar haciendo dos hombres de traje y corbata junto a la barra, uno con media pinta de cervez rubia, el otro con una pinta de cerveza negra.
- Cuando se murió tan repentinamente tuvimos que limpiar su despacho. Tuvimos, porque lo hicimos otro colaborador de mi confianza, Mariano como te imaginas, y yo. Sabíamos que lo que íbamos a encontrar no era conveniente que lo vieran las empleadas y, aunque todos los socios sabíamos cómo era, la mayoría quería seguir aparentando que lo ignoraba.
Lorenzo miraba su reflejo en el bar de detrás de la barra mientras hablaba, se observaba el flequillo sobre la frente, de vez en cuando lo corregía, no miraba a los ojos de su interlocutor, con su color cetrino, sus ojeras, su voz cansada, iba recitando sus frases, como un mal actor, en tonos descendentes y, solo cuando el que le oía le hacía un gesto de incomprensión, después de un sorbo de cerveza, alzaba un tono la voz para volver a su relato e iniciar un nuevo descenso en escalera..
- Llenamos bolsas de basura con revistas, fotografías, vídeos… pornografía de todo tipo con todas las aberraciones que puedas imaginar, cremas, pomadas, pastillas de colores, consoladores, anillos, manoplas de látex, esposas, bragas, fustas, yo qué sé, un verdadero sótano del museo del erotismo más cutre repartido por cajones, armarios y archivadores.
El otro, que aparentaba escuchar, sonreía con sus ojos entrecerrados, todo lo que le estaba diciendo lo sabía perfectamente desde mucho antes pero tenía interés en saber a qué venía esa repentina ganas de confesarse con él, el ex-socio maldito que se había alejado unos años antes de aquel depravado, al que había conocido en una lejana infancia y con el que había fundado la sociedad.
- En el ordenador opté por sacar el disco duro y encargar que pusieran uno nuevo, así que también lo metí en una bolsa de basura. Luego nos fuimos a una “dechetterie” de un puto pueblo perdido en las Landas y nos deshicimos de todo ese caudal relicto.
Seguía mirando el flequillo en el espejo, unas veces subiendo el extremo del pelo, otras veces bajándolo hasta las cejas pero quien le oía estaba convencido que mentía, que seguramente había hecho una selección personal de recuerdos para él, que las aficiones eran compartidas, que lo arrojado en el basurero francés no era todo.
- Fue una limpieza absoluta. No dejamos nada que pudiera ser recogido por quien pasase después. Tenía ganas de que lo supieras, de que alguien más supiera que nada ha quedado de aquel pasado entre nosotros, que esas historias que se cuentan por ahí sobre lo que nos repartimos con las empleadas son fabulaciones...
- Nunca hagas caso a la rumorología -le contestó el sonriente bebedor de cerveza negra-,
en este pueblo la línea entre la realidad y la ficción se diluye fácilmente en alcohol, yo no sé nada, no he escrito nada en mi blog y no pienso escribir nada al respecto, querido Lorenzo.